Patrimonio

Pinturas rupestres y megalitos | Romanización | Edad Media | Modernidad | Desarrollo rural

Cualquier visitante queda profundamente impactado cuando contempla el paisaje quebrado y sobrecogedor de los cañones de la Sierra de Guara, rasgo geomorfológico más sobresaliente y emblemático de su reconocido Parque Natural. Pero este flash que destaca la labor erosiva de los ríos de la sierra se singulariza especialmente en los cañones del río Vero, donde a la belleza y vistosidad de sus precipicios fluviales se une la presencia humana desde la Prehistoria.

Pinturas rupestres y megalitos

En las cuevas, abrigos y covachos que adornan las paredes de las gargantas del Vero y de sus afluentes se encuentran numerosas manifestaciones de arte parietal que conforman el Parque Cultural del Río Vero https://parqueculturalriovero.com/es

Esta figura del patrimonio cultural aragonés (http://www.patrimonioculturaldearagon.es/parque-cultural-del-rio-vero) atesora uno de los mejores conjuntos de pinturas rupestres, casi 60 enclaves que recogen la primera conciencia artística, mágica y ritual de nuestros ancestros. Parque Cultural Río Vero : Turismo de Aragón (turismodearagon.com)

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Pinturas de Arpán

En el Vero se encuentran los tres estilos pictóricos del arte prehistórico europeo: Paleolítico, Levantino y Esquemático. Un paseo por la historia que arranca con grupos humanos de cazadores y recolectores -en la cueva de la Fuente del Trucho se encuentra la única manifestación paleolítica de Aragón, fechable hace 24.000 años-, para terminar en las sociedades agrícolas y ganaderas del Neolítico y la Edad de los Metales -el grueso de los covachos del Parque presentan manifestaciones Levantinas y Esquemáticas, comprendidas entre los 6.000 y 1.500 años antes de nuestra era-, que tuvieron la gran sensibilidad de pintar iconos naturalistas que han dado fama mundial al Vero, como los ciervos de los abrigos de Chimiachas y Arpán, entre otras muchas pinturas. Este legado cultural forma parte del denominado “Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica”, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1998.

https://www.culturaydeporte.gob.es/cultura/areas/patrimonio/mc/patrimonio-consejo-europa/itinerarios/presentacion/arterupestre.html

El Parque Cultural del Río Vero cuenta con un Centro de Visitantes sobre el Arte Rupestre, en la localidad de Colungo, en el que podrás obtener toda la información sobre el tema, la organización de visitas guiadas a las cuevas y abrigos, así como diferentes actividades (eventos de animación, talleres para escolares y para toda la familia), un montón de recursos para disfrutar la experiencia única de la Prehistoria en la Sierra de Guara.

La sierra también conserva otros elementos característicos del patrimonio prehistórico, las construcciones megalíticas, dólmenes o cistas funerarias levantadas y techadas con grandes bloques de piedra, erigidas para contener los cuerpos de los muertos y sus ajuares. Son construcciones realizadas entre el Neolítico y la Edad del Bronce, representativas de un fenómeno cultural europeo que plasma la espiritualidad y trascendencia de aquellos seres humanos. En Guara merece la pena visitar los dólmenes de Ibirque, Belsué, la Losa Mora de Rodellar y el conjunto situado entre Almazorre y Paúles de Sarsa.

Dolmen Losa Mora
Dolmen de Losa Mora

Romanización, santos ermitaños y santuarios rupestres

La huella de Roma también está perfectamente documentada. Existen testimonios arqueológicos de la vía o calzada romana que discurría a los pies de la Sierra de Guara, uniendo Osca (Huesca) e Ilerda (Lérida), con importantes restos en Pertusa y Berbegal, o en los topónimos que bautizan localidades como Nueno, Tierz, Siétamo, Quicena o Loporzano. Después del Imperio Romano, la lenta cristianización apunta a las andanzas de diferentes personajes, santos y eremitas, profundamente vinculados al territorio hasta conformar sus creencias y tradiciones. Antiquísimas fundaciones de monasterios y ermitas se esconden en los cañones y gargantas de Guara, en ocasiones buscando refugio de los musulmanes. Suelen ser edificios sencillos, cuyo sonoro nombre nos lleva, tras una larga caminata, hasta enclaves de gran belleza natural: San Martín de la Bal d’Onsera, San Chinés, San Cosme y San Damián en Vadiello, San Martín de Rodellar, en el Alcanadre, o San Martín de Lecina, junto al Vero, todos ellos importantes focos de peregrinación popular y romerías.

Precisamente, desde 2020, una ruta senderista sigue los pasos del pastor San Úrbez, uno de los santos más venerados del Alto Aragón, estrechamente relacionado con la ganadería y la agricultura -como un talismán que invocaba la lluvia-. El GR 268 o Camino de San Úrbez, enlaza San Pedro el Viejo de Huesca con la ermita de San Úrbez de Añisclo, con un itinerario que atraviesa dos de los enclaves más extraordinarios del patrimonio de Guara: el mencionado eremitorio de San Martín de la Bal d’Onsera y el santuario de San Úrbez de Nocito, antiguo cenobio de los valles septentrionales de la sierra y lugar donde reposan los escasos restos del santo.

https://www.apiesdescalzos.es/tags/GR%20268/

La Edad Media. Fortalezas, castillos, iglesias y puentes

La dominación islámica se manifiesta rotundamente en Alquézar, donde los musulmanes fundaron una fortaleza que luego sería reaprovechada por los cristianos tras la conquista de la localidad en el siglo XI. La frontera entre cristianos y musulmanes a lo largo de las sierras prepirenaicas nos ha legado un importante patrimonio en Guara, conformado por una sucesión de pequeños recintos defensivos y torres-vigía que aseguraban los límites de las conquistas y posibilitaban el avance cristiano hacia el sur: los restos del Salto de Roldán (en la Peña de Sen o de San Miguel), la torre de Santa Eulalia la Mayor, Arraro, el castillo de Azaba, cercano a Almazorre, o Los Santos de Sebil, son los mejores ejemplos. A veces acompañados de pequeñas iglesias románicas como Sescún, La Fabana o la Virgen del Castillo de Rodellar, ubicadas en lugares casi inaccesibles que combinan sabiamente el paisaje natural con la huella humana.

Para obtener información de todos los elementos patrimoniales que aquí se citan, puedes utilizar los buscadores de http://www.patrimonioculturaldearagon.es/bienes-culturales y http://www.romanicoaragones.com/

A lo largo de la Edad Media surgen la mayor parte de los pueblos que hoy conocemos en la Sierra de Guara. Muchos de ellos atesoran en sus templos interesantes elementos patrimoniales vinculados al arte románico -de moda en Europa Occidental durante los siglos XI-XIII-, como podrás comprobar en las iglesias parroquiales y ermitas de Alberuela de Laliena, Panzano, Santa Cilia de Panzano, Santa Eulalia la Mayor, San Julián de Banzo, Chibluco, Belsué, Santa María de Belsué (despoblado), Nocito, Bentué de Nocito, Bara, Nasarre (despoblado), Las Bellostas, Sarsa de Surta y Almazorre. El románico de la zona tiene sus dos joyas más importantes en la Colegiata de Santa María la Mayor, en Alquézar http://www.alquezar.es/, y en el que fuera monasterio femenino de Nuestra Señora de la Gloria, en Casbas de Huesca.

Monasterio de Casbas
Monasterio de Casbas de Huesca

Algunos pueblos vieron marchar a sus vecinos no hace muchos años, durante el éxodo rural del siglo XX. Pero algunos núcleos se despoblaron hace muchos siglos y tan apenas quedan vestigios o constancia de ellos, salvo por algunas leyendas y tradiciones que permanecen en la memoria de los habitantes de la sierra, como el despoblado medieval de Las Casas, cercano al Mesón de Sebil, recordado en Adahuesca con la romería a Crucelós y la leyenda de “Las Abuelas de Sebil”, últimas supervivientes de aquella localidad tras una peste y que, tras ser rechazadas en los pueblos vecinos, fueron acogidas en Adahuesca. Encontrarás toda la información en el Centro de Interpretación de las Leyendas y Tradiciones de Adahuesca.

Centro de Interpretación de Leyendas y Tradiciones – Adahuesca | Asociación de Empresarios de la Sierra de Guara

Si buscas interiores fascinantes, San Miguel de Barluenga, Santa María del Monte de Liesa, San Miguel de Foces en Ibieca, San Fructuoso de Bierge o Nuestra Señora de Treviño en Adahuesca, te permitirán degustar sobresalientes conjuntos de pintura mural francogótica, de los siglos XIII-XIV, una decoración gótica lineal de influencia francesa, de cromatismo muy vivo y marcados dibujos. Visitas guiadas en https://turismo.hoyadehuesca.es/parque-natural-de-guara/turismo-cultural y en https://somontano.org/cultura-y-patrimonio/visitas-guiadas-a-nuestro-patrimonio-y-talleres

Y otra cosa que no te puedes perder en el entorno de Guara son los puentes medievales, erigidos a finales de la Edad Media o principios de la Moderna, para salvar las bravías aguas de los ríos y barrancos de la sierra. En el río Vero existe una magnífica nómina, con dos puentes medievales en Sarsa de Surta (Aínsa-Sobrarbe) y tres preciosos viaductos en el término de Alquézar (Villacantal, el del Molino o Fuendebaños y el de L’Albarda o Campanachal) https://www.huescalamagia.es/blog/ruta-por-los-puentes-mas-impresionantes-de-la-sierra-de-de-guara/. En el Mascún destaca el puente Coda o de las Cabras (Rodellar), muy cerca del de Pedruel, ya en el río Alcanadre. Y en este mismo río, ya en el somontano, el de Famiñosa en Abiego. Sin olvidar el de Sipán sobre las aguas del Guatizalema o el del Diablo (Colungo) sobre las Gargantas que descienden del Fornocal.

Modernidad, renovación del patrimonio y despoblación

La pujanza económica del siglo XVI permite que se levanten iglesias de grandes proporciones (parroquiales de Bierge, Abiego, Azara, Peraltilla), cuyas fábricas aún conservan estructuras góticas -como las bóvedas de crucería estrellada-, si bien se adentran en los gustos del Renacimiento, siguiendo el modelo de la influyente y cercana catedral de Barbastro https://barbastro.org/que-ver/monumentos/conjunto-de-la-catedral. A lo largo de los pueblos de Guara, numerosas casas palaciegas demuestran la pujanza y el poder de las familias propietarias que levantan edificios de recio porte culminados con la usual galería de arcos de medio punto, tan característica de los palacios renacentistas aragoneses. En los sucesivos siglos se impone el arte barroco, con infinidad de ejemplos en el piedemonte meridional de la sierra, motivados por la fiebre constructora vivida en los siglos XVII e, incluso, XVIII, con importantes ampliaciones y renovaciones en los edificios parroquiales, como la de Loporzano, y la construcción de algunos santuarios marianos que recogen antiguas tradiciones de la Sierra de Guara: Santa María de Dulcis (Buera) o Santa María de la Nuez (Bárcabo).

Las grandes transformaciones económicas y sociales de los siglos XIX y principios del XX, desembocan en una crisis de consecuencias terribles para muchos pueblos de la Sierra de Guara, especialmente para los situados en su cara norte, más inaccesible y peor comunicada. Entre las décadas de 1950 y 1970, el éxodo rural, incluso el abandono total, se ceban en Guara, una de las zonas más afectadas por la despoblación en todo Aragón. El patrimonio de los lugares y pueblos deshabitados (pardinas, mesones, casas, cuadras, bodegas, falsas, hogares y chimeneas, iglesias, ermitas y todo tipo de  construcciones y elementos de interés etnográfico como molinos, herrerías, hornos, etc), sufrirá el lento deterioro o, en muchos casos, el expolio por parte de algunos desalmados. En ocasiones, la toponimia es la única que nos trae a la memoria el ingente patrimonio que, lamentablemente, se ha perdido en numerosos rincones de este territorio. En la abultada lista de despoblados del entorno de Guara, citaremos solamente los que se encuentran dentro de los límites del Parque Natural: Nasarre, Otín, San Hipólito, Letosa y Bagüeste. Más información en http://www.despobladosenhuesca.com/ y en https://lospueblosdeshabitados.blogspot.com/search/label

La pérdida de los usos tradicionales también supuso el abandono de campos y cultivos, mientras el cese del pastoreo provocó que los pastizales evolucionaran hacia matorrales o se sucedieran diferentes repoblaciones forestales.

Bagüeste

Desarrollo rural, paisaje humanizado y patrimonio

Sin embargo, la llegada de los fondos económicos para infraestructura y desarrollo, provenientes de la Unión Europea a finales de la década de 1980, la declaración del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara (1990) -o los más recientes Parque Cultural del Río Vero y Geoparque Sobrarbe-Pirineos-, se han correspondido con el firme impulso de los empresarios, emprendedores y habitantes de la sierra, muy involucrados en diferentes iniciativas, entre las que destacan especialmente las relativas al turismo rural, cultural y deportivo. La consecuencia evidente es que Guara está en el objetivo o foco de la innovación, en la puesta en valor del patrimonio natural y cultural, en definitiva han convertido al territorio en un atractivo referente del denominado desarrollo sostenible.

De la desmemoria y el deterioro se han salvado muchos elementos etnológicos de gran valor e interés, gracias al esfuerzo conservador o restaurador de sus habitantes, de las asociaciones locales y las diferentes administraciones públicas. De esta forma podemos visitar  diferentes molinos de harina y de aceite –Bara, Abellada, Almazorre, Alquézar y tantos otros-, azudes con sus canales o acequias para llevar el agua –entre todos ellos, el del molino de Pedro Buil de Sarsa de Surta-, lavaderos –destacando el excavado en un promontorio de arenisca de Azlor, conocido como de los Moros-, casetas de campo, bordas o pajares, arnales o colmenares –espectaculares son los que aprovechan las oquedades de algunos barrancos afluentes del Vero en el entorno de Lecina, hornos de cal, pozos de nieve –situados en las zonas más altas de la sierra, como los de Ballemona en el cordal de Guara y Campoluengo, cerca de Sebil-, pozos-fuente –Nasarre y Adahuesca- y esconjuraderos -pequeños edificios para ahuyentar tormentas, plagas y peligros para las cosechas-, como el de Almazorre o los dos cercanos al santuario de San Cosme y San Damián, denominados Cruz Cubierta y Cruz Blanca.

Para terminar, no podemos olvidar los paisajes humanizados que han llegado hasta nosotros, fruto del esfuerzo e intervención, desde tiempos remotos, de generaciones de labradores y pastores. Campos de labor ganados al monte a base de escalonar laderas y levantar muros de piedra seca, originando los paisajes de bancales, tan característicos y propios de zonas montañosas como Guara. Mosaicos de antiguos cultivos y prados como los del fascinante paraje de los Fenales de Used, o los paisajes de los caminos tradicionales entre los pueblos y las vías pecuarias que recorrían la sierra de norte a sur, enlazando los valles pirenaicos con las tierras llanas de la Depresión del Ebro, como la Cañada Real de Nocito y la Cabañera de la Sierra Sebil que transita, de extremo a extremo, su divisoria culminante, donde se encontraba su famoso y estratégico Mesón de Sebil.

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Muros de piedra seca